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  • Foto del escritorVíctor López Megía

LA PRISIÓN

Por supuesto que está muy bien aprender del pasado para comprender lo nuevo (on ko chi shin 温 故 知 新). Y de la misma manera, adaptar lo nuevo basándose en el conocimiento del pasado, es sin duda un paso más que quedarse anclado en el pasado y que vivir pendiente de lo que nos quiera aportar el futuro (léase, vídeos en redes).


Pero a la hora de aprender, la mesa se queda coja sin una tercera pata: poner en duda y replantearse todo lo aprendido. Por tanto, aprender no es sólo una cuestión de pasado o futuro, aprender es cuestión de poner en duda el presente. Y es que no hay mayor peligro para el conocimiento que ver tu celda como tu propia casa, porque entonces no serás capaz de ver si quiera los barrotes que la delimitan.


Aquel que por comodidad, conformismo, apariencia o pereza no sale de su zona de confort, no es persona hecha para enseñar, porque aprender significa salir constantemente de lo conocido o lo establecido.


Cuando alguien decide dedicarse a enseñar, tiene que estar tan abierto a aprender como al hecho de dudar. Por tanto, el acto de enseñar no es sólo el camino de aprender, sino también el acto de dudar de lo aprendido. Es una mesa de tres patas. Igual que enseñar no es transmitir información, sino trasladar el interés sobre lo que realmente quiere aprender el alumno. Hay personas muy buenas transmitiendo, pero esto no debe confundirse con la enseñanza. No se puede enseñar desde la prisión que se ve como una casa propia. Esa enseñanza está delimitada por barrotes, barreras e impedimentos que nunca es capaz de ver quien transmite la información desde dentro.

En definitiva, enseñar significa dudar de lo aprendido, como aprender significa dudar de lo enseñado.



Por tanto, uno de los grandes males de este “tiempo de la información” es el de almacenar grandes cantidades de información sin pasarla por el filtro de la razón y la duda. Este hecho puede degenerar en un empacho de información que nos produzca una “infobredosis”. Y para salir de este mal endémico, tenemos que dejar de ver el mundo de la información desde el punto de vista de nuestro propio ombligo. Uno siempre tiende a buscar/encontrar aquella información que más se adecua a nuestro propósito. Y eso, sin duda, ya lleva un sesgo implícito. Tarea nada fácil, por cierto.


Si usted es conductor, haga el siguiente ejercicio. Pruebe a conducir algo más rápido de lo normal (siempre con la debida precaución necesaria). Habrá quien interprete que usted quiere competir con él, otros sin embargo les bastará con criticarle, sin saber cuál es el verdadero motivo por el que usted conduce algo más rápido de lo no normal. Puede que su motivo sea el de ir a recoger a su hijo enfermo, pero siempre tendrá usted cerca a quien se piense que está buscando competir. Por el contrario, circule usted algo más lento de lo normal disfrutando de su viaje y de la carretera mientras escucha su música preferida, y siempre tendrá usted a personas que piensen que quiere ralentizar su marcha normal. En definitiva, usted siempre tendrá a alguien que, al salirse de la norma, le critique u opine de usted lo que no es. Lo que demuestra que salirse de la norma, siempre tendrá consecuencias negativas por parte de la mayoría.


Esto es un ejercicio más que prueba que la mayoría no están hechos para enseñar, porque verán la información dentro de los barrotes de su propia cárcel.


Que no se tenga que callar la inteligencia, para que la estupidez no se ofenda.

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