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  • Foto del escritorMarcos López Megía

LA RECETA PARA SER BUENO

Si, aquí está, la tan esperada fórmula, los ingredientes precisos, todo lo necesario para… No, la verdad es que no, no existe una receta, fórmula, atajo, o como quieran llamarle, para llegar a ser, eso que llaman “bueno”.


Primero, habría que preguntarse, ¿Qué es a lo que llamamos bueno y comparado con qué? Porque decir bueno a secas es tan vacío como decir que el agua moja… En fin.


Siempre que destacamos la cualidad “bueno” sobre algo o alguien, deberíamos hacerlo identificando la referencia, es decir, con otro algo o alguien con lo que lo comparamos; por ejemplo: el gris es oscuro, comparado con el blanco; pero es claro comparado con el negro… Entonces, ¿el gris es claro u oscuro?


Este referencial es la línea que separa el blanco o el negro en el famoso símbolo Taijitu (el símbolo que identifica el yin y Yang); sin la línea referencial, no podemos indicar donde termina un color y donde empieza otro…

Ya teniendo claro con qué o quién nos queremos comparar, cabe destacar que aquel a quien consideramos bueno o buena, posiblemente lleve en su mochila una cantidad de horas de trabajo, experiencias, prueba-error, inversiones, esfuerzos, sacrificios, y demás aspectos que, a día de hoy, no se ven pero que permanecen siempre a sus espaldas.


Si somos conscientes de ese amplio bagaje que porta la persona que tomamos como ejemplo, cosa que siempre deberíamos hacer, debemos proponernos un plan de ruta con el que comenzar a trabajar para llegar al objetivo que nos hemos marcado; al lugar donde queremos estar.


Con lo que, una vez definido el objetivo, y determinados los pasos a seguir, es momento de comenzar a caminar, siendo consciente de que estamos en los primeros estadios de la carrera y que vamos a permanecer mucho tiempo ahí…


En este punto ya podemos asentar la idea de que, llegar a conseguir determinada destreza en cualquier campo para considerarse hábil en la materia, es una mezcla de práctica, estudio, sacrificio y persistencia. Nada cae del cielo ni viene escrito en el ADN, aunque a veces esto pueda servir de excusa…


Esto no nos va a ser fácil, nos va a llevar años y cabe la posibilidad de que no consigamos aquello a lo que aspiramos; es normal, las experiencias de cada persona son diferentes y los objetivos pueden ir cambiando con el paso del tiempo.


Por esta razón, la mejor receta para ser “bueno” es compararse con uno mismo, y tratar de ser mejor que tu yo de ayer.


Solo trabajando así, día tras día, te podrás considerar realmente bueno.





“la excelencia no es un hecho, sino un hábito.”
Aristóteles.


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