Si algo tuve claro siempre, durante nuestros entrenamientos o durante cualquier materia que requiera de cierta práctica, es que las metas no llegan ni rápido, ni fácil.
Últimamente, quizás con la perspectiva que va proporcionando la experiencia, vengo observando cómo se va imponiendo la “cultura McAuto”: todo rápido, de manera sencilla y sin bajarse del coche. Si los éxitos no llegan al instante, ya se tira la toalla; las derrotas o errores suponen una frustración irreparable; aquello que es excesivamente complicado, se deshecha.
Y es que el entrenamiento, lejos de ser un cofre lleno de éxitos diarios, es el lugar (o el momento) donde más vas a equivocarte, frustrarte y fallar. Y asúmelo, pues es difícil avanzar sin autocrítica. Vas a fracasar, sin más, sin necesidad de buscar constantemente justificación más allá de tu incapacidad (por el momento) para avanzar, a falta de un mejor entrenamiento.
Sin la capacidad de aguante necesaria para saber que, para tener éxito una vez, vamos a tener que perder diez mil veces antes; sin esto presente constantemente, solo se llegará a odiar o abandonar el entrenamiento. Y más aún cuando la práctica es, para el practicante, un océano desconocido donde no hay norte, ni sur, ni brújula que le oriente.
Por esta razón, y porque sabemos que la dificultad forma (correctamente) el carácter, en Senkikan Dōjō, dotamos a nuestros entrenamientos de la inteligencia necesaria para poder conseguir una mejora considerable, tras la asimilación, evaluación y enmienda de los errores propios.
“Scientia potentia est”
La ciencia es poder.
(El conocimiento es poder.)
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