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Foto del escritorMarcos López Megía

PARA EMPEZAR, BUSCA UN SENSEI.

Tenemos la suerte de vivir en un siglo en el que el acceso a la información es relativamente fácil; si quieres aprender a cocinar, a construir una estantería, a programar una aplicación o como agarrar la raqueta de tenis solo tienes que buscar unos pocos videos en internet o, si buscas algo mas especializado, adquirir un libro o un curso on-line.


Este hecho nos da pie a adquirir algunos conocimientos de forma autodidacta en un montón de materias sin apenas salir de casa y casi de forma gratuita. Tenemos la posibilidad de conocer más sobre muchos campos que, aparentemente, son lejanos o no guardan relación.


Pero ¡cuidado! Información no es conocimiento. Debemos asimilar (y esto implica comprender) la información y ordenarla de forma lógica en nuestra mente para que pase a ser nuestro conocimiento. Habitualmente, esto lleva mucho tiempo y más si se hace sin tener unas mínimas bases en la materia.


El siguiente pasaje es del libro Maestría, de Robert Greene:


“La razón de que necesites un mentor es simple: la vida es corta, igual que tu tiempo y energía. Tus años más creativos suelen ir de los veinticinco a los cincuenta. Puedes aprender por medio de libros, la práctica y el consejo ocasional de otros, pero este proceso deja mucho al azar. La información contenida en libros no está hecha a la medida de tus circunstancias e individualidad; tiende a ser abstracta. Cuando eres joven y posees poca experiencia del mundo, ese conocimiento abstracto es difícil de llevar a la práctica. También puedes aprender de tus experiencias, pero a menudo pasan años antes de que seas capaz de entender el significado de lo que sucede. Siempre es posible que practiques por ti mismo, pero de esta forma no recibirás suficiente retroalimentación precisa. En muchos campos es posible que obtengas un aprendizaje autodirigido, pero esto podría implicar diez años o más.

Los mentores no te brindan un atajo, pero agilizan el procedimiento. Invariablemente, ellos tuvieron sus propios mentores, lo que les proporcionó conocimientos más ricos y profundos en su campo. Sus años posteriores de experiencia les enseñaron invaluables lecciones y estrategias de aprendizaje. Su conocimiento y experiencia se vuelven tuyos[…]”


Por supuesto, esta es una primera etapa del aprendizaje, la guía de un mentor; pero tampoco se debe pretender estar siempre bajo su paraguas, pues el aprendizaje se estancará y pasará a ser pura rutina. Al igual que hay eternos pupilos, hay mentores que se niegan a admitir que sus aprendices ya saben volar solos… (En este caso, el mentor pasa a ser un tirano).


Una vez que el aprendiz tiene ciertas bases, ciertas metodologías y una solida asimilación de la materia, es hora de empezar a dar sus primeros pasos sin nada a lo que agarrarse.

En conclusión, no camines solo por una ciudad que no conoces; busca una guía que te ayude en las primeras etapas, pero no olvides que llegará un momento en que debas caminar tú solo por la ciudad, que ahora ya conoces.

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